sábado, 25 de marzo de 2017

FRANCISCO GOYA, LOS DESASTRES DE GUERRA, LA CARGA DE LOS MAMELUCOS Y LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO

La estancia de Goya en Zaragoza durante la Guerra de la Independencia dejó una profunda huella en el artista al enfrentarle directamente con las terribles consecuencias de esa lucha cruel, la cual duro cinco largos años y fue una de las matanzas más atroces conocidas en el continente. Francisco de Goya, escéptico ante las justificaciones de la guerra y lejos apoyar con sus obras a alguno de los bandos contendientes, muestra el rostro más oscuro de la guerra, el de los muertos y sus asesinos, el de los indefensos y sus prepotentes violadores, el de los que padecen y el de los que disfrutan con el padecimiento ajeno. En la Guerra de la Independencia, como en toda guerra, la falta de razón y los intereses del poder sembraron España de víctimas inocentes. La sensibilidad de Goya ante estos acontecimientos produjo no sólo su mejor serie de estampas, sino una gran reivindicación contra la violencia en sus diferentes formas, que no reconoce justificación alguna, y que gracias a la maestría técnica de Goya permite al espectador contemplar imágenes de guerra. La genialidad de la obra de Goya no reside en su perfección técnica, sino también por la enorme distancia que la separa del resto de la producción artística del momento. Frente a las imágenes heroicas, Goya presenta la violencia y la muerte en sus más puras expresiones. Las obras de Goya de contenido bélico no muestran a los héroes militares o populares que lucharon contra los franceses conocidos gracias a las publicaciones y a las galerías de retratos ampliamente difundidos en la España de su tiempo. Ni tan siquiera nos presentan hechos concretos en lugares determinados. Por el contrario Goya nos muestra, partiendo de acontecimientos reales, la esencia de los mismos, la representación universal del heroísmo, la brutalidad, el hambre, la desesperación, la destrucción, pero sobre todo la muerte.
Terminada la guerra de la Independencia, en marzo de 1814 recibía Goya del gobierno de la Regencia el encargo de perpetuar, pasándolas al lienzo, las más notables acciones de la heroica contra las tropas napoleónicas. Los frutos de esta iniciativa fueron dos obras que han sido consideradas lo mejor de su producción: el lienzo Dos de mayo, conocido también como La carga de los mamelucos y el titulado Los fusilamientos del 3 de mayo.
En La carga de los mamelucos el lienzo plasma de modo magistral toda la violencia del estallido popular del Dos de Mayo en respuesta a la llamada contra el invasor. Este cuadro se centra en la lucha del pueblo sobre las tropas africanas (mamelucos) que acompañaron a los franceses, consigue evocar la antigua violencia española contra el moro, que sin duda hubo de contar en aquellos violentos momentos.
Mientas tanto Los fusilamientos de 3 de mayo puede ser considerado uno de los cuadros de temática histórica más dramáticos de toda la historia del arte. La intensa pasión que inspira la composición consiguió que este lienzo fuese más que un recordatorio de un hecho concreto, y mucho más también que un simple manifiesto fruto del patriotismo del autor. El pintor, llevado por la intensidad dramática de los hechos que narra, supo expresar y representar la violencia de la guerra de independencia, la crueldad del hombre para el hombre y a su vez el deseo de libertad.



La Carga de los Mamelucos de Goya.                 Los Fusilamientos del 3 de Mayo de Goya                                

BIBLIOGRAFÍA: